Santo Tomás Becket
Tomás era hijo de familia noble, y vivió en el siglo XII. Nació en Londres. Estudió en Oxford, París y Bolonia.
Hasta su elección como arzobispo de Cantorbery (1162), Tomás Becket no tenía nada de hombre de Iglesia, aun cuando fuera clérigo desde joven. Contaba por entonces cuarenta y cuatro años.
Desde hacía ocho, era canciller del reino. Hombre fastuoso, amigo de las recepciones y de la caza, buen jurista y buen guerrero, anhelaba complacer al rey conservando a la vez el favor del pueblo.
Enrique II hizo que fuera elegido como Primado de Inglaterra. Tomás tomó con toda seriedad su misión de obispo, sin renunciar, con todo, a su ritmo de vida. En especial se erigió en defensor de los derechos de la Iglesia, que el rey pretendía detentar. Acaso resultara a veces desmañado en sus modales impulsivo y altanero con sus colegas.
Sus altercados con la Corte le valieron un destierro de seis años, que pasó en Francia, en la abadía de Pontigny (1164-1170). En su retiro, Tomás oyó el llamamiento a una vida más evangélica: quiso seguir la observancia de los monjes cistercienses, entre los cuales descubrió el sentido de la penitencia. Hubo una reconciliación entre el rey y el arzobispo, regresando éste a Inglaterra en diciembre de 1170 con el prestigio de un testigo de la fe.
Pero no tardó el rey en lamentar su presencia. Cuatro caballeros de Enrique II quisieron librar a su soberano de este hombre importuno. El 29 de Diciembre de 1170 asesinaban a Tomás Becket en la catedral de Cantorbery: «El miedo a la muerte, les dijo a los clérigos que le rodeaban, no debe separarnos de la justicia».